A lo largo del día, desplazamos y movilizamos nuestro cuerpo cientos de veces. Cada uno de nosotros adopta posturas y técnicas propias a la hora de caminar, levantarse o sentarse en una silla. El envejecimiento de la población provoca que cada vez haya mayor número de cuidadores que tengan a su cargo el cuidado de personas mayores y/o en situación de dependencia. En muchos casos, estos cuidadores desconocen cómo mantener una buena higiene postural para facilitar una correcta movilización de la persona sin realizar sobreesfuerzos, previniendo la aparición de lesiones músculo-esqueléticas sobre ellos mismos, y evitar hacer daño a la persona movilizada.
La higiene postural.
La mala postura corporal puede desencadenarse por una mala colocación al trasladar a la persona en situación de dependencia, pero también por la mala colocación en las propias tareas del día a día del cuidador. El entorno o el estado psicosocial en que se desarrolla la actividad también pueden influir en los hábitos posturales dañinos: mobiliario inadecuado, iluminación, escasez de espacio, el estrés, las prisas y la percepción del dolor y de la fatiga.
Potenciar una correcta higiene postural resulta imprescindible para reducir los riesgos de lesión durante la realización de estas tareas, y va a aportar al cuidador seguridad y control en su día a día de cara a una mejor calidad en los cuidados.
Aunque existe una gran variedad de técnicas y formas de realizar las movilizaciones y transferencias. Pero en función del tipo de patología que se padezca unas son más adecuadas que otras. El cuidador y los profesionales sanitarios deben coordinarse a este respecto.
Los fisioterapeutas recuerdan que es fundamental tener en cuenta que la columna vertebral es el eje que sostiene nuestro cuerpo y que debemos conocer los factores de riesgo que pueden poner en peligro su estabilidad y, por tanto, la de nuestro cuerpo.
De la misma manera, inciden en la idea de que el manejo de cargas pesadas durante largos periodos de tiempo, el movimiento repetido de flexión y extensión y los movimientos de torsión con cargas, son algunos de los factores que más pueden dañar nuestra espalda.
Además, los fisioterapeutas recalcan que es imprescindible mantener la espalda recta y flexionar las rodillas para distribuir el esfuerzo hacia la musculatura de las piernas y no hacía la de la espalda, que por lo general está menos reforzada. En esta línea, hacen énfasis también en la importancia de no girar ni inclinar la espalda mientras se está llevando a cabo la movilización de la persona a nuestro cargo.
Consejos prácticos sobre cómo realizar determinadas movilizaciones.
- Ayuda al caminar. Nos colocaremos al lado de ella. Con una mano sujetando su cintura y con la otra cogiéndole su mano. Desplazaremos su peso con nuestras manos hacia un lado, comenzando a caminar con la pierna contraria.
- Desplazamiento de tumbado a sentado. Colocando a la persona de lado. Con una pierna semiflexionada y la de debajo doblada. Sacaremos la parte inferior de las piernas fuera de la cama y sujetándole la mano que tiene libre tiraremos con cuidado. Siempre colocando la otra mano en su espalda.
- Desplazamiento de sentado a de pie. La persona sentada entrelaza los dedos de las manos, con el fin de pasar los brazos por detrás del cuello del cuidador. El cuidador flexiona las rodillas frente a la persona y lo sujeta por la cintura atrayéndola hacia él. A continuación, se empuja hacia arriba tratando que la persona también se ponga de pie.
- La altura de la cama ha de permitir que la persona cuidadora pueda movilizar a la persona que cuida sin doblar la espalda.
- La importancia de saber respirar. Respirar profundamente dos o tres veces seguidas, y sentir la relajación muscular al expirar. También se puede utilizar algún método de relajación que utilizado diariamente pueda ayudarnos a calmarnos.